Debería haber en alguna parte sobre la tierra un lugar que ninguna nación pudiese decir: "Es mío"; donde todo ser humano de buena voluntad que tuviera una aspiración sincera pudiera vivir libre como ciudadano del mundo y obedeciendo a una sola autoridad, la de la suprema verdad;
un lugar de paz, de concordia , de armonía donde todo instinto de lucha en el hombre fuera usado exclusivamente para vencer la causa de sus sufrimientos y sus miserias, para superar sus debilidades y su ignorancia, para triunfar sobre sus limitaciones y sus incapacidades;
un lugar donde las necesidades del espíritu y el interés de progreso prevalecieran sobre la satisfacción de los deseos y las pasiones, de la búsqueda de placeres y de goce material.
En este lugar, los niños podrían crecer y desarrollarse integralmente sin perder el contacto de su alma; la formación sería dada, no para pasar exámenes o para obtener certificados o cargos, sino para el enriquecimiento de las facultades existentes y la creación de otras nuevas.
En este lugar, los títulos y rangos serían reemplazados por oportunidades de servir y organizar; las necesidades corporales de cada uno serían ecuánimemente proveídas y la superioridad intelectual, moral y espiritual se traduciría en la organización general, no por un aumento de placeres y poderes en la vida sino por un incremento de las obligaciones y responsabilidades.
La belleza en todas sus formas artísticas: pintura, escultura, música, literatura, serían accesibles a todos por igual, la facultad de participar del gozo que conllevan estaría limitado únicamente por la capacidad de cada uno y no por la posición social o financiera.
Mirra Alfassa, conocida como La Madre
Fundadora de la ciudad Auroville
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